A ti, que llenas la plaza de miedos y de
emociones, de sueños y despertares...
A ti, que pasas la muleta de mano en
mano, con los gritos de un olé y
rebosas las paredes de tu capilla
con vírgenes del gran poder que
son las protectoras de un oficio
envuelto en sangre.
Una casta con bravura yace ante
tu ser y otra que nace en las dehesas
de tu apadrinada tierra.
¡Naces con el toro y mueres con el toro!
Oras a deshoras, ríes cuando duermes,
y lloras cuando acabas, con la vida del
morlaco en el centro de la plaza...
¿Quién pudiera ser hombro, para levantarte?
¡Estoque para protegerte!
y capote para que en tus manos quede.